lunes, 18 de enero de 2010

La intima multitud de Gioconda Belli


A mediados de los 80´, un amigo me entregó un montón de fotocopias ya muy trajinadas, las cedió como quien se desprende de un tesoro. Era la copia de un poemario: Sobre la grama, el primero de la nicaragüense Gioconda Belli. Poesía erótica y comprometida con el decir de una mujer aguerrida y sensual. ¡Vaya descubrimiento!

Las recibí en la universidad de manos de Yahín Arteaga y después siguió su recorrido entre otros amigos, a todos no pasaba igual; desde las primeras páginas nos reconocíamos como cofrades deslumbrados, vasallos prestos a rendir tributo, eran además los últimos años de la esperanza sandinista.

Pasarían más de 10 años para que consiguiera otro de sus libros, para visitar la escritura cifrada de feminidad de la nica en De la costilla de Eva, que otro amigo me trajo de Nicaragua y que ya no tengo en mi biblioteca, porque con los libros de Gioconda me pasa que siempre los presto, insisto para que otros la descubran. Desde entonces he podido disfrutar de su escritura desdoblada, entre sus novelas y su poesía, mujer sin concesiones en lo político y con la palabra, pues su decir es de mujer, no imita la literatura dominada por los hombres.

A mediados del 2008 la autora ganó el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en su cincuenta aniversario con la novela El infinito en la palma de la mano. Literatura difícil de clasificar la de éste libro, quizá sea una obra de cierre simbólico, que remite a arquetipos y temáticas ya exploradas en el resto de sus libros: la mujer, lo erótico, la justicia, sexo, hijos, amor; todo desde el principio ¡Desde el principio en el Edén, con Adán y Eva como personajes!

Gioconda Belli hace lo que tantos escritores han olvidado hoy en día: contarnos una historia. Es así que nos cuenta sobre el Edén y el surgimiento de los primeros problemas humanos, los de la convivencia. Sólo que esta vez es Eva quien tiende el hilo, el comienzo de la historia como responsabilidad y no culpa de la mujer. Desde la fuerza evocadora de los primeros conflictos de la primera pareja, que todavía siguen siendo, nos sumergimos en un universo simbólico, donde todo está por suceder por primera vez, aún la rudeza de la expulsión del Paraíso, el descubrimiento del amor o el sexo, el avistamiento del mar.

Decía Jung que hemos desposeído a todas las cosas de su misterio y numinosidad, que ya nada es sagrado; en esta novela religamos por medio de una historia que creíamos conocer muy bien y que nunca detallamos en su riqueza simbólica. Desde la expulsión del Paraíso caminamos por fuera de las murallas del edén, volver siempre será una empresa circular, una nostalgia retenida en los huesos. El primer y último camino.

Esta lectura nos insiste que el conocimiento adviene de una sensación multiplicada: al morder el fruto prohibido, se derraman aroma y jugo. El placer de la sensación… que abre la posibilidad de rendirse ante la suavidad exquisita de la piel de la mujer. Boca y piel y fruta. El conocimiento desde el cuerpo.

Nos sucedió algo interesante a medida que avanzábamos en la lectura. Eva iba ganado cualidades de su autora; Gioconda Belli quizá más entrometida que nunca en su propia literatura. Más incluso que cuando escribe poemas sobre la maternidad o narra los momentos más álgidos de la lucha sandinista. Aún más que en El país bajo mi piel, libro biográfico donde rinde cuentas con la dirigencia del sandinismo. Más que en muchos poemas donde deja la piel en la página, y el sudor y las lágrimas. Aparecen los contornos de una Eva nicaragüense, con una unión de imagen y sentimiento, que nos alumbra el surgimiento arquetipal de las varias mujeres que Gioconda contiene. Porque en este libro sentimos que se visita a sí misma y a su obra.