martes, 10 de marzo de 2009

Ceci n` est pas un Magritte


Hay gestos que suelen ser seña de identidad de oficios desempeñados, incluso de situaciones que son referencia de una época o espejos de humanidad. La mano que se acuenca para mejor sorber el agua que corre, el gesto casi instintivo de proteger la sutil llama de una vela que se quiere salvar del viento, la mano directo a la empuñadura de una espada en pose heroica, el arquear levemente el cuerpo para hacer trazos en el papel en ese gesto repetido que es la escritura, la figura exacta de mi mano para que tu seno descanse en ella.
¿Qué gestos perdió el fotógrafo cuando ganó el acercamiento de la imagen? El click del obturador, la presión de un sólo dedo sobre el mecanismo de la cámara, no guarda en la memoria una gestualidad necesaria. Acaso el mirar a través sea el guiño repetido que la fotografía legue.
Cuando nos dejamos guiar por Sonia Soberats en el curso de Fotografía Invidente, (posible gracias a la pasión de Rodrigo Benavides por la fotografía, que abarca desde hace unos años la formación) intuimos que la experiencia nos dejaría más que enseñanzas técnicas. Ver y no ver, alrededor de ese sentido fundamental para los humanos realizamos el curso. Prefigurar las imágenes que queríamos tomar, armar el espacio con elementos traídos entre los cursantes sin ninguna pauta fija. Aprender a caminar por las aceras de Caracas en ausencia de mirada. Dejarse guiar a oscuras.
Realizar este tipo de fotografías implica entrar en un performance que requiere utilizar la gestualidad del dibujante o pintor. Dibujar con haces de luz para impresionar la película, exacta definición del hecho fotográfico y, en este caso, de un proceso creativo que implica una participación en grupo, también un esfuerzo por dibujar para el ojo abierto de la cámara aquello que imaginamos como imagen. Lo que resulta siempre es inquietante para el espectador, puede haber algo espectral en los resultados, un extra de realidad, más arriba, más abajo, por los bordes. La realidad construida y la imaginada que resuenan en este encuentro, los sueños que se mezclan con elementos de la cotidianidad (una vela encendida sobre una pierna y una espada a modo de bastón, un rostro enmarcado sostenido por un personaje sin rostro). Ceci n`est pas un Magritte, también pudiéramos parodiar y decir: Ceci n`est pas un autoportrait, pero… ¿en cuál realidad?




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